¿Te consideras indeciso/a? ¿Sueles tomar tus propias decisiones o delegas esa tarea en otra persona? ¿Sopesas cada decisión que debes tomar?
Hoy en día es imposible no decidir. Situaciones, personas, relaciones….todo cuanto nos rodea es fruto de decisiones que tomamos o hemos tomado en el pasado. De hecho estamos donde estamos, debido a las decisiones, unas acertadas y otras equivocadas, que hemos ido tomando a lo largo de nuestra vida. El proceso mismo de decidir ya supone tomar una decisión, es decir, podemos elegir si queremos decidir con respecto a algún suceso, o bien delegar esa responsabilidad en otra persona.
Si bien, no todas las decisiones tienen la misma importancia, pues no es lo mismo decidir qué me apetece comer hoy, que decidir comprar una nueva casa, tener hijos o dejar un puesto de trabajo. Asimismo, existen rasgos en el carácter de las personas como la seguridad en sí mismo, la capacidad de liderazgo y la asunción de riesgos y responsabilidades que favorecer la toma de decisiones; y sin embargo, existen otros rasgos de identidad personal, como la baja autoestima, inseguridad e infravaloración que hacen a la persona indecisa a la hora de tomar decisiones.
Otro factor a tener en cuenta son las alternativa entre las que podemos escoger, puesto que siempre será más difícil elegir entre varias opciones atractivas, que entre alternativas poco sugerentes y una o dos que destacan entre las demás. A continuación te proponemos algunas claves que te ayudarán a decidir con mayor seguridad y acierto:
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La duda es inevitable: siempre que tenemos que decidir, sea cual sea nuestra personalidad o carácter, nos invade cierto temor a la equivocación.
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Elegir siempre supone una pérdida: siempre que elegimos una opción, estamos rechazando la otra u otras. Es recomendable prepararse para la pérdida antes de tomar la decisión y hacerlo cuando estemos preparados para ello.
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Nada es perpetuo: ten en cuenta que la decisión que estás a punto de tomar, no es tan trascendente como crees. Piensa que nada es eterno y que la vida está llena de decisiones y cambios constantes. Lo que cuenta es el balance a largo plazo.
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Toma decisiones que vayan en consonancia con tus principios: es importante tener claros tus valores y principios para así tener mejor criterio a la hora de decidir. Sigue siempre la dirección que te marca tu interior y evitarás sentirte mal posteriormente o arrepentirte de la decisión tomada.
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Haz una lista de pros y contras: es un clásico que siempre ayuda. Anota para cada alternativa lo que ganarías eligiéndola y lo que perderías en caso contrario. Compara las diferentes opciones y obtendrás un análisis que te ayudará a realizar la elección final.
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Piensa en la peor consecuencia: una estrategia que te ayudará a aumentar la confianza en ti mismo para tomar decisiones consiste en pensar si podríamos asumir lo peor que podría pasar al elegir una de las alternativas. Si esto es así, nos dará cierta tranquilidad saber que podemos afrontar lo que venga, en caso de que las cosas no fueran como esperamos.
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Acta de decisión: una vez tomada la decisión, ponla por escrito con todo lujo de detalles para consolidar la elección. Se trataría de un acta con el resultado del proceso decisivo.
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Comunica tu decisión: al hilo de lo anterior y para terminar de refutar el resultado, comunica a una persona de confianza tu decisión, explicando todos los detalles de la misma.
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Pon una fecha para llevar a cabo el propósito de la decisión: lo más difícil ya ha pasado, ahora es cuestión de ponerse manos a la obra, aprovecha el impulso que te da la elección para no demorarla, puesto que se corre el riesgo de postergar una y otra vez lo decidido hasta volver al proceso inicial de incertidumbre y duda.
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Visualiza el futuro: un recurso que te dará fuerza consiste en visualizar el futuro ideal que te espera tras tomar la decisión.
El hombre no tiene naturaleza, sino que tiene historia. El hombre no es sino drama. Su vida es algo que debe ser decidido y hecho a medida que vive. Un ser humano consiste en esa elección o invención. Cada ser humano es el novelista de si mismo. Y aunque puede elegir entre ser un escritor original o un plagiario no puede por menos que elegir. ¿Está condenado a ser libre?
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