¿Tienes pensamientos recurrentes de incapacidad, inutilidad o que ponen en duda tu valía como persona?¿Ves siempre el vaso medio vacío?¿Eres incapaz de librarte de los malos pensamientos?
Las personas somos un compendio entre genética, influencia del entorno y experiencias pasadas. Nuestra personalidad, carácter y actos se fundamentan en eso. Los pensamientos también están moldeados según los patrones que nos han ido proyectando desde el exterior y que hemos ido integrando con nuestras propias creencias a lo largo de la vida. Muchas veces sentimos que tenemos al ángel y al demonio hablándonos sobre cada hombro, diciéndonos lo que debemos hacer, decir o sentir en determinadas situaciones. En función de nuestro carácter actuaremos en consonancia con uno u otro. Las personalidades bien estructuradas, con una buena autoestima y confianza en si mismo, actuarán conforme a sus creencias, no dejándose llevar por pensamientos malintencionados de desconfianza e incapacidad. Sin embargo, las personas con rasgos de personalidad inseguros y con una deficiente autoestima, se dejarán arrastrar por el demonio de la negatividad.
Al principio luchamos contra este tipo de pensamientos intrusivos que nos dicen “no vales”, “te va a salir mal”, “vas a fracasar” y nos desgastamos enormemente intentando liberarnos de ellos. Pero cuanta más importancia les demos, más espacio le estaremos dejando en nuestra mente, por lo que se convertirá en una espiral de negatividad que terminará por vencer a la persona dejándose llevar por la inseguridad, el miedo y la desconfianza en sus propias capacidades. Poco a poco, y como si de un entrenamiento se tratara, la persona intentará evitar a toda costa que estos pensamientos le entorpezcan en su quehacer cotidiano y éstos se irán acomodando cada vez más en la mente de la persona, llegando a formar parte de sus rasgos más estables de personalidad.
Te expongo a continuación la metáfora del autobús y los pasajeros donde podrás comprender de forma más gráfica lo expuesto anteriormente.
Imagínate que eres el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Los pasajeros son pensamientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con una única puerta de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y con una apariencia peligrosa.
Mientras conduces el autobús algunos pasajeros comienzan a amenazarte diciendo lo que tienes que hacer, dónde tienes que ir, “ahora gira a la derecha, ahora vete más rápido, etc.”, incluso te insultan y desaniman, “eres un mal conductor, un fracasado, nadie te quiere...”. Tú te sientes muy mal y haces casi todo lo que te piden para que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así te dejen conducir tranquilo.
Pero algunos días te cansas de sus amenazas, y quieres echarlos del autobús, pero no puedes y discutes y te enfrentas con ellos. Sin darte cuenta, la primera cosa que has hecho es parar, has dejado de conducir y ahora no estás yendo a ninguna parte. Además, los pasajeros son muy fuertes, resisten y no puedes bajarlos del autobús. Así que resignado vuelves a tu asiento y conduces por donde ellos dicen para aplacarlos.
De esta forma, para que no te molesten y no sentirte mal, empiezas a hacer todo lo que te dicen y a dirigir el autobús por donde ellos dicen para no tener que discutir con ellos ni verlos. Haces todo lo que ordenan y cada vez lo haces antes, pensando en sacarlos de tu vida. Muy pronto, casi sin darte cuenta, ellos ni siquiera tendrán que decirte “gira a la izquierda” sino que girarás a la izquierda para evitar que los pasajeros se echen sobre ti y te amenacen.
Así, sin tardar mucho, empezarás a justificar tus decisiones de modo que casi crees que ellos no están ya en el autobús y convenciéndote de que estás llevando el autobús por la única dirección posible. El poder de estos pasajeros se basa en amenazas del tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que nos mires y te sientas mal”. Pero eso es todo lo que pueden hacer. Es verdad que cuando aparecen estos pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos, parece que pueden hacer mucho daño, y por eso aceptas el trato y haces lo que ellos dicen para que te dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde no les puedas ver.
¡Intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad has perdido la dirección del autobús! Ellos no giran el volante, ni manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. Tú eres el conductor de tu vida.
Una vez comprendido como funcionan los pensamientos negativos, podremos comenzar a quitarles importancia. Sabemos que están ahí, quizás al principio cueste no prestarles atención, nos generarán ansiedad pero si nos mantenemos firmes y vamos a por nuestro propósito, a pesar de lo que “el demonio de la negatividad” o “los pasajeros malintencionados del autobús” nos quieran hacer ver o manipular a su antojo; terminaremos por conseguir nuestro objetivo, sintiéndonos mejor y seremos, así, los únicos dueños de nuestro destino.
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