¿Eres supersticioso? ¿Sueles evitar pasar por debajo de una escalera, no cruzarte con gatos negros o tocar madera para tener buena suerte? ¿En qué medida son útiles las supersticiones?
Científicamente hablando, la superstición es la creencia contraria a la razón que atribuye una explicación mágica, mística o sencillamente asumida social, religiosa o culturalmente a la generación de fenómenos, sucesos, situaciones o relaciones sin ningún tipo de evidencia científica. Las personas supersticiosas piensan o creen que ciertas acciones (voluntarias o no) influyen de manera transcendental e inequívoca en su vida. Achacan a ese acto el hecho de que ocurran o no ciertos acontecimientos, que en la mayoría de las ocasiones, nada tienen que ver con la superstición en sí.
Los seres humanos tenemos la tendencia a atribuir una respuesta a todos los acontecimientos o situaciones que vivimos para entender lo que nos ocurre. En nuestro intento de buscar una explicación establecemos relaciones causa-efecto entre lo que hacemos y lo que sucede posteriormente. Cuando no podemos dar una respuesta a lo sucedido, tendemos a buscar una explicación alternativa en las supersticiones, tradiciones, mala suerte, etc.
Hay personas que no han cuestionado el papel que juegan las supersticiones en la atribución de significado, pero que realizan los rituales “por si acaso”. Otros, sin embargo, llevan estos rituales y supersticiones al extremo. Por lo general, son personas sugestionables, vulnerables y con rasgos obsesivos en su personalidad. Otro factor importante, es la educación recibida por los padres y las costumbres arraigadas en su entorno más cercano. Hay que tener en cuenta que las supersticiones cuentan con un bagaje histórico, social y cultural que pesa sobre la conducta del individuo y del que cuesta desprenderse, pues es una forma de pensar que ha crecido con la persona desde su infancia.
En opinión de los expertos en supersticiones, éstas “son modelos falsos sobre cómo funcionan ciertos aspectos de la vida sobre los que no se tiene control, como la salud, los accidentes, la fortuna, el miedo o el amor. Es ni más ni menos que una serie de creencias erróneas con las que se pretende ganar el control sobre la realidad”. Las supersticiones suelen activarse más con situaciones que desatan ansiedad, y quienes las sufren desarrollan algún comportamiento supersticioso como forma de reducir, aunque sea temporalmente, su inseguridad y su estado ansioso.
El principal motivo de que las supersticiones se sigan manteniendo es el miedo y la necesidad de control que tenemos. Las supersticiones nos hacen creer que tenemos un mayor control sobre las situaciones, por ejemplo: el estudiante que realiza todos los exámenes con el mismo bolígrafo, porque considera que le ha traído suerte; tiene la sensación de que él controla el resultado del examen porque puede elegir entre que el examen le salga bien utilizando “ese bolígrafo” o arriesgarse a probar qué pasará si cambia de bolígrafo. Lo más probable es que no se arriesgue a averiguar qué pasaría si utilizara un bolígrafo diferente en los exámenes y no exponerse a obtener un resultado negativo.
Así pues, vemos que las supersticiones, cumplen en cierta manera, una función útil como efecto placebo pues calman nuestra ansiedad y nos aportan subjetivamente cierto control sobre la situación a la que nos vamos a enfrentar aportándonos mayor seguridad en nosotros mismos con lo que la profecía de obtener el resultado esperado se termina cumpliendo; a pesar de que la atribución de control de la realidad sea errónea.
En la medida en que las supersticiones ejerzan un efecto negativo en la persona, dominando sus acciones o convirtiendo supersticiones en obsesiones que le impidan llevar una vida normal, es recomendable acudir a un especialista para tratar el problema y recuperar su funcionamiento habitual lo antes posible.
[quotes author=»Gotthold E. Lessing»]La superstición en que fuimos educados conserva su poder sobre nosotros aún cuando lleguemos a no creer en ella[/quotes]
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