En estas fechas estamos acostumbrados a que sean los hijos los que escriban una carta a los Reyes Magos solicitándoles sus mayores deseos o peticiones, tal cual nos ha enseñado nuestra cultura. Quizás se utilicen los regalos como forma de suplir algunas de las carencias que creemos tienen nuestros hijos, debido a un trabajo estresante, la necesidad de atender la casa o los momentos de descanso. Pero deberíamos pararnos a reflexionar acerca de lo que nosotros regalamos cada día a nuestros hijos, la educación que les estamos dando, los valores que le llegan, si estamos atentos a los mensajes que nos envían.
A continuación propongo una serie de rasgos y actitudes que puedes potenciar o inculcar en tu hijo y que te ayudarán a reflexionar acerca de tu papel como padre o madre y corregir, si es necesario, los pasos dados hasta el momento:
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Agradecimiento: muestra agradecimiento a tu hijo en cada momento que creas conveniente, por el hecho de ser tu hijo no se tiene que limitar a obedecer. Recuerda que todo conlleva un esfuerzo y el de tu hijo no es menor que el de un adulto o cualquier otra persona.
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Amistad: fomenta las relaciones sociales y de amistad tanto tuyas como las de tu hijo. Piensa que si ve como sus padres mantienen una relaciones sociales satisfactorias, es probable que el niño haga lo mismo por imitación y forma de aprendizaje. También, ésto le ayudará a mejorar sus habilidades sociales con sus iguales mejorando la confianza en si mismo y en los demás.
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Ser buena persona: no te limites a reprender a tu hijo con lo que hace mal, sino que debes proporcionarle una alternativa de actuación que se considere adecuada. Si sólo sabe cómo se hace mal, pero no bien, no podrá corregir su actuación.
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Comunicación: es un pilar fundamental que debes fomentar con tu hijo. Tener una comunicación fluida y de confianza va a permitir a tu hijo expresarse con más claridad sobre aquellos asuntos emocionales de los que a veces es difícil hablar, también permitirá que te cuente cualquier problema que pueda tener y sobre todo, que te tenga en cuenta a la hora de solventarlos.
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Diversión: durante toda la infancia y la adolescencia es fundamental disponer de ciertos momentos para la diversión y el ocio en familia, mejorando la felicidad de padres e hijos y fortaleciendo los lazos de unión familiar.
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Extroversión/Introversión: hay que tener en cuenta el grado de introversión o extroversión del niño, de modo, que pueda expresarse dentro de unos límites adecuados (marcar los límites de la extroversión) o potenciar su apertura social sin forzarle a hacer algo de lo que no se siente seguro (mejorar la introversión sin presionarle).
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Esfuerzo: se deben reforzar los esfuerzos del niño para asegurarnos que estas conductas se repitan en el futuro. Valora el trabajo y sacrificio realizado a pesar de que los resultados no sean los mejores, alienta al niño a mejorar sus tácticas de estudio, deporte o la actividad que esté llevando a cabo, y no catigues o apabulles por no haber conseguido el resultado deseado.
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Responsabilidad: desde la más tierna infancia se deben inculcar ciertas responsabilidades en el niño, como hacerse cargo de sus juguetes, ciertas tareas en la casa o asumir las consecuencias de la pérdida de objetos.
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Capacidad de adaptación: saber estar en diferentes situaciones es algo muy importante que los niños aprenden por imitación de los padres, ser un buen ejemplo de ello es la mejor opción.
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Sinceridad: es una cualidad muy importante y debes ser tajante en este asunto, si no estás seguro de poder cumplir tu palabra, es mejor que no lo digas. Lo mismo para cualquier castigo que impongas, promesa o petición. Se sincero con tu hijo desde el primer momento y le enseñarás a responder de la misma manera.
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Tolerancia a la frustración: o lo que es lo mismo, aceptar un no por respuesta. Con esta cualidad haremos de nuestros hijos, unos adultos capaces de asumir que no se puede conseguir todo, que las cosas requieren un tiempo y un esfuerzo para lograrlas, aprenderán a no ser caprichosos y si pacientes.
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Valentía: fomentar las propias capacidades del niño, evitando meterle miedo o presión, y sí premiando los intentos o logros conseguidos.
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Comprensión: muchas veces reprochamos o castigamos los actos inadecuados o que nos parecen mal, sin pararnos a escuchar lo que ha pasado. Debemos fomentar en los niños la capacidad de comprensión, para después valorar la explicación y aplicar el castigo o actitud que se considere oportuno. También es adecuado inculcar el perdón como forma de conciliar en las relaciones personales.
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Autoestima: es fundamental que tu hijo crezca con una sana autoestima, no es cuestión de permitírselo todo, sino de asentar unas bases adecuadas y permitir que explore en su mundo interior, apoyándole en lo que decida y no coartando sus aspiraciones, metas o deseos.
Existen otra serie de actitudes a potenciar como la independencia, generosidad, prudencia, lealtad, respeto, autocontrol, paciencia o amor, que también son importantes tener en cuenta en la educación de tus hijos.
Ahora piensa ¿cuáles de estas actitudes vas a regalar a tus hijos?
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