¿Sueles darle vueltas y vueltas a un asunto por no saber a ciencia cierta la respuesta? ¿Sufres enormemente ante un hecho incierto? ¿Temes al no saber qué pasará? ¿Suelen acrecentarse tus miedos ante la incertidumbre?
Ni si ni no, ese precisamente parece el mayor castigo. Cuando sabemos que sí nos agarramos a algo, seguimos avanzando por ese camino, y cuando sabemos que no, podemos sufrir momentáneamente pero con el tiempo asimilamos y redirigimos nuestros pasos. ¿Pero qué ocurre cuando no sabemos, cuando no obtenemos respuesta a nuestras preguntas o, peor aún, cuando ni siquiera nos atrevemos a preguntar? Quizás éste sea el mayor error de todos porque el estado de incertidumbre lleva inevitablemente a un bloqueo emocional que no nos permite actuar, los miedos se apoderan de nosotros y no hacemos otra cosa que cábalas sobre las posibles situaciones acerca del hecho que nos preocupa.
La mayor distorsión cognitiva es aquella en la que creemos adivinar las intenciones o pensamientos de la otra persona sin llegar a saber si eso es cierto o no, pues de esta manera nos adelantamos a las posibles consecuencias de cada acto sufriendo inútilmente ante un hecho que quizás nunca suceda. Por ejemplo, si yo pienso “si le digo a mi pareja lo que pienso, me va a dejar”, pero ¿qué probabilidad real hay de que eso sea cierto y que realmente pase esto que pienso?. A decir verdad, no sabemos si esto sucederá o no, pero lo que si es cierto es que estamos angustiados ante el qué pasará, limitando nuestros comportamientos, anclados en un estado de miedo e incertidumbre inservible. Para bien o para mal, debemos actuar bajo nuestro criterio para resolver lo que nos angustia y salir del estado de indecisión que nos paraliza y atemoriza.
Para luchar contra la incertidumbre, ten en cuenta los siguientes consejos:
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Comprueba si la situación es real o infundada por bloqueos emocionales internos, o si por el contrario puedes hacer algo para acabar con la situación de incertidumbre en la que estás.
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Reflexiona acerca de la probabilidad de que estés sobreestimando que ocurra aquello que piensas, y valora “¿qué sería lo peor que podría pasar?, ¿sería tan terrible? y ¿qué es lo que haría ante una situación así?”.
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Ten a mano siempre un Plan B que te aporte seguridad por si las cosas salen mal.
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Identifica las emociones asociadas a la situación de incertidumbre y comprueba si existen otros factores personales implicados, como pueden ser el miedo, la inseguridad o la frustración. Gestionarlos adecuadamente te ayudará a mantener a raya la incertidumbre.
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No te quedes con el “¿y si….?”. El pasado nunca vuelve y las oportunidades quizás sólo pasen una vez, no te quedes con la duda y prueba, si sale mal siempre puedes rectificar y redirigir tus pasos.
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Confía en tus propias capacidades, piensa en situaciones parecidas que hayas vivido y en cómo saliste de ellas.
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Haz ejercicios de respiración y relajación regularmente que te ayuden a combatir la angustia y la ansiedad, pues oxigenando adecuadamente el organismo mejorará considerablemente la capacidad de actuación.
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No te quedes dándole vueltas al problema o buscando culpables, es mucho más efectivo y sanador intentar hallar una solución.
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Sé valiente y atrévete a saber. “¿Qué harías si no tuvieras miedo?”
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