¿Te asustan los cambios? ¿o por el contrario te gustan? ¿Qué es lo que más te cuesta cambiar: actitudes, relaciones, situaciones, rutinas….? ¿Eres cobarde o valiente ante los cambios?
La vida es cambio, nos guste o no, el cambio es inevitable y, a la vez, necesario. Hay personas metódicas, organizadas y planificadoras a las que les cuesta especialmente aceptar los cambios en su vida, lo toman como algo que desbarata sus planes y les produce mucho estrés esta situación. Pero los cambios no tienen por qué ser para mal o generar una situación conflictiva. Hay cambios necesarios por los que todos pasamos en determinados momentos de nuestra vida.
Hay cambios de vivienda, amigos que vienen y van, relaciones afectivas que terminan, cambios de trabajo, de apariencia o aquellos más profundos y trascendentales como los cambios en la forma de pensar o ver la vida. Un simple acontecimiento puede precipitar cualquier cambio de los dichos anteriormente, por ejemplo, una persona que sufre un ictus del que puede recuperarse, quizás aprenda a ver la vida de otra manera y se replantee metas, valores, creencias y actitudes que antes creía impensables para si mismo. Una de las cuestiones que a la mayoría de las personas le suele costar mucho son los cambios en la situación sentimental. En las relaciones afectivas se vinculan multitud de factores, como pueden ser sentimientos, vivienda, familia, etc., en definitiva, nos apegamos a ciertas cosas y a cierta forma de vida que, a pesar de saber que necesitamos un cambio en nuestra forma de vida, nos cuesta muchísimo tomar la decisión de romper con lo anterior para emprender un viaje del que no sabemos cuál será el resultado. El temor a lo desconocido, a la incertidumbre, arriesgarnos a perder lo que tenemos, a pesar de que no nos haga felices, hace que quedemos estancados en tierra de nadie, lo que terminará provocando doble sacrificio: continuar con una situación que nos produce infelicidad o insatisfacción y, además, el sentimiento de cobardía por no ser capaces de dar el paso hacia el cambio que necesitamos.
Romper un vínculo con algo o alguien implica una pérdida de energía, la que se ha invertido en la relación y la que se necesita para romper y continuar adelante, lo que supone un desgaste para nuestro cerebro y nuestro organismo. Dicha pérdida de energía es directamente proporcional al tiempo que tardemos en producir el cambio que necesitamos, es decir, a mayor incertidumbre mayor gasto de energía, con lo que terminaremos agotando nuestras reservas produciendo un desgaste en nuestra capacidad de concentración para lograr encontrar una solución satisfactoria al problema en cuestión.
Tomar la decisión de cambiar algún aspecto de nuestra vida supone tener ciertos rasgos o cualidades personales como pueden ser el coraje, valentía, ciertas dosis de riesgo y seguridad en si mismo. Si estás en un momento de incertidumbre en el que crees que debes cambiar en algo tu vida, ten en cuenta las siguientes claves:
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La vida está compuesta de ciclos, de saludos y despedidas, y hay que saber fluir con ellos. Quizás sea necesario terminar una historia para que pueda comenzar algo nuevo de lo que debes aprender.
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Reflexiona sobre tu vida, haz un repaso de las experiencias vividas, si has alcanzado tus objetivos, si estás donde quieres estar y con quien quieres estar. Empieza por pequeños cambios diarios, para pasar posteriormente a cambios de mayor envergadura que supongan un giro en tu forma de ver la vida.
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Antes de tomar decisiones que consideres arriesgadas o decisivas, piensa en las consecuencias que éstas pueden acarrear. Si dichas consecuencias son asumibles para ti o puedes afrontarlas, adelante.
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Conócete a ti mismo y no te dejes influir por toda opinión ajena. Piensa que las relaciones sociales deben sumar más que restar, si esto no es así, ten en cuenta que no debes mantenerlas a cualquier precio.
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Si temes quedarte solo o que no aparezca nadie más en tu vida, piensa en el pasado, seguro que estuviste alguna vez en una situación parecida y con el tiempo todo se solucionó. Esta vez puede suceder lo mismo, lo que está claro es que no debes quedarte donde no quieres estar.
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Piensa en la gente que has dejado atrás, en su día te dolió pero son personas por los que ahora ya no sufres, pues estás en otra etapa. Quizás sea el momento de volver a cambiar a otra etapa en la que aprender cosas diferentes y dejar de sufrir por aquello que estés sufriendo en estos momentos.
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Todas las personas que han pasado por tu vida han dejado un poso de aprendizaje, bien sea positivo o negativo. Recuerda, eres la persona que eres gracias a tu pasado.
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No temas cambiar tu vida si la estás malviviendo o estás dejando de hacer lo que te gustaría. Toma tu decisión, pon tu energía en ello y actúa!
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