¿Tienes clara cuál es tu identidad personal? ¿Podrías definir tu forma de ser? ¿Son consecuentes tus actos con tu manera de pensar?¿Te dejas guiar por lo que diga la mayoría?
Nadie nace con una identidad definida puesto que es un rasgo en continua evolución a lo largo de la vida de toda persona. Por identidad personal podemos considerar todo el conjunto de características de una persona en particular, que engloba actitudes, rasgos físicos, emociones, sentimientos, historia de vida, formación, trayectoria, etc. Partamos de la base de que cada persona habitante de este mundo es única e irrepetible y que la identidad se forma, principalmente, a través de tres factores:
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Factores genéticos: heredados de nuestros padres, como pueden ser, el temperamento, las cualidades o defectos físicos y las limitaciones o capacidades psíquicas.
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Factores del ambiente: como son las costumbres, la cultura, la forma de ver la vida y que aprendemos en la infancia a través de nuestro entorno más cercano.
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Experiencias personales: son las situaciones que vivimos en primera persona a lo largo de toda nuestra vida.
Aparte de la identidad personal, muchas veces confundimos este concepto con el de identificación, que es la que diseña la manera de ser de la persona en base a unas reglas establecidas por un determinado modelo externo. El hecho de pertenecer a un colectivo o grupo hace que tomemos como propias las ideas y valores que se ensalzan en él, gran parte de las veces, manipulado por la publicidad que se genera en torno al movimiento en cuestión. Muchos jóvenes y adolescentes son fácilmente captados por estos movimientos debido a su necesidad de establecer una identidad clara y definida,y por su necesidad de pertenencia a un grupo socialmente aceptado y admirado por sus iguales. En según que casos, ésto supone un peligro en cuanto a que un líder o una cúpula pueden ejercen una influencia devastadora en estas identidades aún en formación y manipular sus actuaciones y valores. Todo ello genera una identidad falsa elegida por defecto o adquirida por elección,y que, sin dichas directrices generan la duda de…..¿quién soy?
Debemos estar atentos para evitar caer en estas redes y dejarnos arrastrar por la mayoría. La verdadera identidad sólo se puede hallar recorriendo el camino en la dirección opuesta. Te planteo una reflexión para que puedas meditar acerca de tu propia identidad:
“En la cima de una montaña desierta, en medio de un bosque, en una isla desierta….elige el escenario que prefieras y pregúntate a ti mismo ¿quién eres?. Sin nadie que te mire, juzgue u opine sobre tu forma de pensar o de actuar…… ¿quién eres?. Es decir, no hay nadie cerca a quien obedecer, nadie para apreciarte o condenarte, no hay nadie para aplaudirte ni abuchearte….¿quién eres?”
Por último, quisiera compartir con vosotros un hermoso relato que escribió Rabindranath Tagore sobre la vida de Buda:
[quotes style=»classic» align=»center» author=»»]Buda se disponía a regresar al palacio de su padre tras doce años de vagar por los bosques llevando una vida espiritual, comiendo lo que hallaba, mendigando y meditando. Hacía poco que, sentado debajo de un árbol, había llegado a la iluminación. Lo primero que hizo fue volver a palacio para comunicar la buena noticia a la mujer que lo había amado, al hijo que había dejado atrás y al anciano padre que cada día esperaba que volviera. Después de doce años, Buda regresó a palacio para encontrar a su padre, que lo recibió terriblemente enojado:
– Soy un anciano y estos doce años han sido una tortura. Tú eres mi único hijo y he intentado seguir vivo hasta que regresaras. Has cometido un pecado contra mí, casi me has asesinado, pero te perdono y te abro las puertas. Pero quiero que sepas que me llevará mucho tiempo terminar de perdonarte.
Buda se rió y dijo:
– Padre, date cuenta de con quién estás hablando. El hombre que dejó el palacio ya no está aquí. Murió hace mucho tiempo. Yo soy otra persona. ¡Mírame!
Entonces su padre se enojó todavía más. El viejo hombre no podía ver quién era Buda ni aquello en lo que su hijo se había convertido. No pudo ver su espíritu, que era tan claro para otros. El mundo entero se daba cuenta, pero su padre no podía verlo, quizás como le pasaría a cualquier padre. Él lo recordaba con su identidad de príncipe, aunque esa identidad ya no estaba ahí. Buda había renunciado a ella. De hecho, Buda dejó el palacio precisamente para conocerse a sí mismo tal y como era. No quería distraerse con lo que los otros esperaban de él. Pero su padre lo miraba ahora a la cara con los ojos de hace doce años.
– ¿Quieres engañarme? – dijo -. ¿Crees que no te conozco? ¡Te conozco mejor de lo que nadie te pueda conocer! Toma, hazte cargo del palacio, sé el rey. Aunque a ti no te interese, eres mi hijo. Déjame descansar.
– No padre, lo siento…. – dijo Buda bajando la cabeza –
– Te he esperado durante todos estos años y hoy me dices que no eres el que fuiste, que no eres mi hijo, que te has iluminado – dijo mientras se enjugaba las lágrimas -. Respóndeme a una última pregunta: sea lo que sea que hayas aprendido en el mundo, ¿no hubiera sido posible aprenderlo aquí, en palacio, a mi lado, entre tu gente?
– La verdad está tanto aquí como allí – dijo Buda -. Pero hubiera sido muy difícil para mí descubrirla aquí, porque me encontraba perdido en la identidad de príncipe, de hijo, de marido, de padre, de ejemplo. No fue el palacio lo que abandoné, ni a ti, ni a los demás, sólo me alejé de la prisión que era, para mí, mi propia identidad.[/quotes]
Con este relato metafórico quiero dar a entender que para descubrir tu verdadera identidad lo único imprescindible es que te des cuenta de la persona que tú eres, sin importar lo que los demás vean o quieran ver en ti, sin comparaciones ni condicionamientos, sin dejarte llevar por los valores de otros.
Único, diferente y trascendente….eres tú
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