¿Sueles retrasar el cumplimiento de las tareas del hogar hasta que ya no queda más remedio que hacerlas? ¿Sientes que no sabes por donde empezar y lo postergas indefinidamente? ¿No eres capaz de que tu hijo haga los deberes hasta justo el momento de irse a dormir? ¿Te cuesta organizar tu día a día?
Si has contestado afirmativamente a alguna de estas cuestiones, es muy probable que seas procastinador. La procastinación es la tendencia a dejar para mañana lo que puedes hacer hoy, es decir, a retrasar el comienzo de una tarea u obligación hasta que no queda más remedio que hacerla. La persona procastinadora carece de autodisciplina, y se cree que está relacionado con una deficiente autoestima.
La procastinación se puede dar en cualquier ámbito y/o edad. Desde el niño que no hace los deberes hasta última hora, hasta el adulto que retrasa la visita al dentista hasta que no soporta más el dolor de muelas. También sucede en ocasiones más triviales como son el cumplimiento de las tareas del hogar, que se suelen reemplazar por tareas más agradables y con recompensas a corto plazo; con lo cual, esta actividad se va postergando a lo largo de los días llegando a una situación que, o bien la tarea que se debía realizar se ha convertido en el doble, lo que supone mayor desgaste convirtiendo la actividad en algo más desagradable de lo que ya era; o bien se sigue postergando esta u otras actividades llegando a provocar una verdadera alteración en la vida de la persona o en el entorno que le rodea.
Si has decidido ponerte manos a la obra y no dejar para lo último tus tareas, y así, aprovechar mejor tu tiempo; toma nota de los siguientes consejos:
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Elabora una lista sobre las cosas pendientes que tienes que hacer en los próximos días. Puedes basarte en el formato que te proponemos a continuación:
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Tareas A: son tareas muy importantes que han de realizarse ese mismo día, o a más tardar, al día siguiente. Estas tareas no pueden postergarse en el tiempo. (Recuerda que debes ser realista y debes colocar tantas tareas A como seas capaz de abarcar entre hoy y mañana).
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Tareas B: son tareas también importantes que, una vez completadas las Tareas A, han de ser llevadas a cabo en los días siguientes; no son tan urgentes. También se incluyen en este apartado las tareas que precisan más tiempo para realizarse completamente. (No debes empezar con este tipo de tareas hasta haber completado las tareas A).
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Tareas C: son tareas o trámites de menor importancia, que han de hacerse, pero pueden postergarse en el tiempo. (No debes empezar con las tareas C hasta haber terminado las anteriores)
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Una vez que hemos elaborado la lista de cosas pendientes, tendremos que trazar un plan de acción para realizarlas. Antes de ponerte manos a la obra piensa cuándo y por dónde empezar,y cómo poder llevar a cabo la tarea. Algo que nos podría ayudar a organizar mejor nuestro día a día, sería programar el despertador cinco minutos antes y dedicarlos a pensar en nuestro plan de acción para aquellas tareas que decidamos poner en marcha cada día.
- En ocasiones, tenemos tanto trabajo por delante que nos sentimos abrumados, lo que puede provocar un bloqueo de nuestro plan de acción. Si esto ocurriese, es conveniente dividir en pequeñas partes el objetivo que tenemos por delante; si vamos logrando pequeñas metas reforzaremos nuestra conducta, a la vez que aumentará nuestra motivación para conseguir el objetivo final propuesto.
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Nuestros pensamientos también pueden influir tanto positiva como negativamente en la consecución de nuestras metas diarias. No es lo mismo comenzar una tarea diciéndonos a nosotros mismos “Uff que pereza me da” que cuando nos hablamos en términos más positivos como “Voy a ponerme durante 20 minutos y me voy a sentir muy bien después de ver que todo está recogido”. Cuando identifiques estos pensamientos que acaban con tu motivación para emprender la tarea, procura sustituirlos por otros que te aporten energía y bienestar. Refuérzate interiormente y visualiza las consecuencias positivas que tendrá llevar a cabo cada tarea que tienes por delante.
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Es importante recompensarnos después de realizar tareas que no son nuestras preferidas pero que son cosas que hay que hacer, como por ejemplo, “voy a correr durante media hora y luego me recompensaré con un refrescante vaso de limonada”. También puedes recompensarte interiormente “que bien me ha quedado, estoy orgulloso de mi”.
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Un punto importante a tener en cuenta para decidirnos a cambiar nuestro hábitos es conseguir evitar las tensiones que produce el saber que vas con el tiempo justo, los nervios al pensar que no te va a dar tiempo y evitar la ansiedad que genera llegar siempre tarde. La relajación y la meditación nos ayudan a frenar nuestro ritmo de vida y a centrarnos en lo verdaderamente importante.
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Céntrate sólo en una cosa y no pienses en todo lo que te queda por hacer. Termina lo que estás haciendo y, después, pasa a lo siguiente. Una a una irás eliminado las tareas de la lista sin agobios ni tensiones.
[quotes style=»classic» align=»center» author=»»]Eres tan grande como tu deseo. Como es tu deseo, será tu voluntad. Como tu voluntad, será tu esfuerzo. Como tu esfuerzo, será tu destino[/quotes]
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