¿Has perdido a un ser querido recientemente? ¿No eres capaz de superar la ruptura de tu relación sentimental? ¿Has perdido el trabajo de tu vida y crees que no vas a poder encontrar otro mejor?
El duelo es un proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida (pérdida de trabajo, pérdida de un ser querido, pérdida de una relación, etc.). Es un proceso normal que todas las personas pasamos, en mayor o menos grado, ante este de situaciones y a las que se supone tenemos cierto apego. También es un proceso dinámico, no constante, que pasa por una serie de fases; íntimo y privado en cuanto a que es un trabajo que ha de realizarse a nivel personal, pero también es un proceso social, puesto que, incluye a las personas de nuestro entorno.
El proceso del duelo no tiene una dimensión temporal específica, pues cada persona tiene un ritmo diferente y elabora el duelo en base a sus valores, creencias, fortalezas y experiencias vitales. Kübles-Ross y Kessler (2006) diferencian cinco etapas en el duelo, que si bien, se suelen presentar en este orden, no hay que olvidar que son reacciones a sentimientos que pueden durar minutos u horas mientras fluctúan de unos a otros,y pudiendo saltar de una etapa a otra continuamente.
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Negación: al principio de esta etapa la persona suele quedarse paralizada, cree que es un sueño o una pesadilla lo que ha ocurrido. La persona está conmocionada y niega el hecho, se pregunta cómo va a poder seguir hacia delante y dejar pasar los días sin más. Esta etapa sirve para que los sentimientos no entren de golpe y no resulten abrumadores para la persona. A medida que la persona comienza a cuestionarse el cómo y el porqué empiezan a aflorar los sentimientos y a asimilar lo sucedido.
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Ira: la ira es una reacción natural a la injusticia de la pérdida. En esta etapa los sentimientos de rabia pueden ir dirigidos tanto con la persona que hemos perdido, contra nosotros mismos, contra los médicos, etc. Cuanto más auténtica se sienta la ira, antes comenzará a disiparse y antes se encontrará mejor la persona. También se puede sentir culpa, que es la ira hacia uno mismo. Cuanto más se exprese la ira, más sentimientos se descubrirán debajo.
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Negociación: la negociación suele adoptar la forma de una tregua temporal. Decimos expresiones del tipo “ojalá que…”, “y si…”; se quiere que la vida vuelva a ser como antes, retroceder en el tiempo.
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Tristeza: en esta etapa aparece la sensación de vacío y el duelo entra en un nivel más profundo, llegando a parecer que el duelo va a durar siempre, preguntándose a si mismo si merece la pena seguir solos. Es importante dejar aflorar los sentimientos de tristeza, llorar, notar la ausencia… esto hará que la persona se vaya fortaleciendo y que haya momentos ya sin tristeza.
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Aceptación: en esta etapa se acepta la realidad de que nuestro ser querido se ha ido físicamente y se reconoce que dicha realidad es permanente. La recuperación se refleja en las acciones de recordar, recomponerse y reorganizarse. La persona poco a poco comienza a dejar de dedicar sus energías a la pérdida para dedicarlas a la vida, empieza a restablecer nuevas relaciones o a dedicarles más tiempo a las antiguas.
El proceso de duelo se suele resolver con el tiempo; pero en ocasiones, la persona se estanca en alguna de las fases anteriores agravando el proceso,y produciendo así, un duelo patológico que consiste en una reacción más extrema y duradera que el duelo normal. Esta forma de duelo, en el que invade a la persona un gran sentimiento de tristeza y dolor profundo, hace que la persona no acepte la pérdida; puede llegar a ocasionar un gran impacto en la vida de la persona, incapacitándola para seguir adelante con su vida sin un tratamiento médico.
Para elaborar un correcto proceso de duelo se han de tener en cuenta una serie de principios:
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Aceptar la realidad de la pérdida: para afrontar la sensación de irrealidad es conveniente hablar sobre lo ocurrido, de este modo lo convertimos en algo más real hasta que terminamos por convencernos de lo sucedido.
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Expresar las emociones y el dolor de la pérdida: se suelen mezclar multitud de sentimientos y emociones que muchas veces somos incapaces de canalizar correctamente. Sentimientos de enfado, culpa, tristeza, ansiedad o impotencia son comunes durante este proceso. Desahogarse y expresarlos es la mejor manera para librarse de ellos. Algunos son nuevos para nosotros y es conveniente trabajarlos de forma concreta con un especialista que nos ayude a manejarlos.
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Aprender a vivir con la pérdida: es conveniente no tomar decisiones importantes como mudarse, vender la casa o cambiar de trabajo después de sufrir la pérdida, pues es difícil pensar con claridad. Lo recomendable es tomarse un tiempo, asimilar lo ocurrido y, poco a poco, ir recomponiendo la vida sin la persona que nos ha dejado.
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Dar tiempo para elaborar el duelo: este es un proceso que requiere tiempo y es variable en función de la persona que lo vive. Es común que las personas del entorno le animen a retomar sus rutinas cuanto antes, pero también hay que darse cuenta de que es necesario un periodo para acomodarse a la pérdida.
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Permitir las diferencias individuales: como veníamos apuntando, las respuestas conductuales que se producen en el duelo son muy variadas dependiendo de cada persona. Esto es algo que genera cierto desconcierto, ya que, algunas personas esperan que ante la misma pérdida todos reaccionen de forma similar.
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Apoyo de entorno: es conveniente tener el apoyo de los tuyos durante el proceso. Si no dispones de familia o un entorno en el que apoyarte, es recomendable asistir a un terapeuta para ayudarte durante el duelo o descargar en momentos de crisis como son el aniversario, cumpleaños, etc.
[quotes style=»classic» align=»center» author=»»]Nadie llega al final de su vida y piensa: «Me gustaría haberme preocupado más». Rie, ama, sueña y preocúpate menos.[/quotes]
toñi comentó el
Muy bueno el articulo. Dice munchass verdades. Lo k es lis sentimientos de las personas.
Por Lorena González López. Tu psicólogo de confianza en Avilés
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