¿Tienes pánico a exponer un trabajo en clase? ¿Sientes ansiedad cada vez que te toca hablar delante de un grupo? ¿Eres de los que se queda callado por temor al ridículo?
La fobia a hablar en público es una de las más comunes actualmente, se manifiesta con los síntomas característicos de una ansiedad acusada como pueden ser sudores, mareos, enrojecimiento facial, taquicardia, etc., además de pensamientos irracionales del tipo “me voy a quedar en blanco y todos van a pensar que soy idiota” que terminan generando más nerviosismo aún y ocasionando una ejecución poco adecuada lo que finalmente reafirma la incapacidad de la persona a hablar en público. Este círculo vicioso es difícil de romper pero no imposible.
Hay multitud de situaciones ansiógenas relacionadas con el hablar en público, pueden ser situaciones sociales pues hay personas que temen entablar nuevas relaciones con desconocidos por querer causar una buena impresión o el temor a no ser aceptados, estas reacciones suelen disminuir cuando la persona va cogiendo confianza y ve que es aceptado en el grupo. También son frecuentes en el ámbito educativo, pues en muchas ocasiones adolescentes o niños sufren burlas por parte de sus compañeros cuando les toca resolver problemas en la pizarra, en estos casos el profesor ha de poner empeño en reforzar la conducta del alumno sobre la intención de aprender y extinguir las conductas inapropiadas por parte de los rebeldes. Otra situación problemática y quizás la más incapacitante, puesto que es la más inevitable, se da en el ámbito laboral, y es que en multitud de trabajos hoy en día se deben exponer proyectos delante de empresarios, inversores y clientes; en este caso, la presión aumenta pues de ello depende el empleo, los beneficios, la cartera de clientes etc.
Para esta y otras situaciones en las que debes hablar en público toma nota de las siguientes claves:
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Nadie es perfecto: ante todo acepta el nerviosismo y es que prácticamente todo el mundo sufre algún tipo de ansiedad ante estas situaciones. Toma esa dosis de estrés como un revulsivo para aumentar el rendimiento y la concentración.
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Grábate en vídeo: un recurso muy efectivo es grabarte ensayando el discurso, además de corregir los fallos que puedas detectar, comprobarás que las sensaciones ansiógenas que percibes internamente, desde fuera no son tan notables como crees.
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Respira: lo primero que debes hacer es identificar las reacciones de ansiedad cuando aparezcan y utilizar un método adecuado para neutralizarlas. Uno muy efectivo es utilizar la respiración diafragmática pues calma en poco tiempo muchos de los síntomas ansiosos.
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Exposición gradual: la mejor manera de superar un temor es enfrentándose a él. Quizás puedas ensayar el discurso primero frente a un grupo pequeño de personas con las que tengas cierta confianza, amplia cada vez más el número de personas y cuando llegue el día de la exposición te será más fácil llevarla a cabo.
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Concéntrate en lo que estás hablando: creemos que lo más importante es la actitud que mostramos a los demás, pero no debemos olvidar que las personas están para oír lo que tienes que decir y no para ver cómo lo dices. Concéntrate en el tema a tratar y te relajarás.
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Trabaja el discurso: ten claras las partes en las que quieres distribuir la exposición (introducción, desarrollo y conclusiones) y refuérzate a medida que vayas avanzando en el programa.
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Apóyate en medios audiovisuales: una presentación power point o notas nos darán la seguridad que necesitamos por si nos perdemos, poder volver rápido al tema. Además evitas estar constantemente en el punto de mira y mejora la comprensión de la exposición.
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Anticípate a las preguntas: prevee cuáles pueden ser las posibles preguntas que te puedan hacer y ten preparadas unas respuestas tipo, así como ciertas coletillas, anécdotas, etc.
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Felicítate por la exposición: independientemente del resultado, prémiate por haberlo hecho. Posteriormente recapacita en tus fallos y aprende de ellos.
El miedo es natural en el prudente, y el saberlo vencer es ser valiente
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