¿A tu hijo le cuesta asimilar que debe volver al colegio en unos días? ¿Es la primera vez que tu hijo va a la escuela y no sabes como afrontarlo? ¿Tu hijo tiene berrinches y enfados cuando lo dejas en el colegio o cuando vuelve de él?¿Qué hacer si tu hijo rechaza asistir a la escuela reiteradamente?
Ya estamos en septiembre y tras las vacaciones estivales toca volver al colegio y la rutina. La mayoría de los alumnos de infantil y primaria (de entre 3 y 12 años) se lo pasan bien en la escuela, raramente lloran cuando sus padres los dejan en la puerta. Los niños vuelven a clase ilusionados, ya que, aprovechan estos momentos para compartir con sus compañeros de clase las experiencias vividas durante el verano, y retomar los juegos y actividades que tanto les gustaban antes del parón veraniego. Aunque ésto no es siempre es así, puesto que hay niños que viven este momento con verdadero pesar.
Existe algo que los psicólogos denominamos “ansiedad de separación” y suele producirse en niños que no están preparados para separarse de sus madres, este fenómeno depende del proceso de crecimiento y pautas de crianza del pequeño; si bien hay niños que con dos años ya son independientes y no se ven afectados por la separación maternal, hay otros que con tres o cuatro años aún no están preparados para ese momento. Y es que separarse de la madre sin angustia no es algo que se aprenda, es una cuestión de maduración. El pediatra Carlos González dice que “con un año, no quieren separarse ni un momento de ella; a los cinco, aceptan hacerlo; y a los quince, están deseando hacer y deshacer por su cuenta”. Es por esto mismo que, si vemos que al niño le cuesta separarse de la madre, debemos ser muy cuidadosos a la hora de dejarlo en un lugar extraño como puede ser el colegio sin la preparación adecuada, pues podemos provocarle un recuerdo doloroso que posteriormente asociará a cada vez que vaya a comenzar el colegio. Es decir, no teme a la escuela sino al lugar donde lo pasó tan mal de pequeño.
Como el niño va a tener que ir a la escuela si o si, lo que tenemos que pensar es cómo conseguir que, aún no estando preparado, el niño sufra lo menos posible durante los primeros días de colegio hasta que se acostumbre a la nueva situación, pues con el tiempo los niños terminan yendo contentos o, al menos, sin pesar al colegio. Bien, para conseguir este objetivo debemos tomar en consideración las siguientes claves:
-
Tomar en cuenta la ansiedad del niño, no desatenderle por creer que es un simple berrinche o un capricho “Entiendo que te pueda dar miedo, es un lugar nuevo, pero todo va a salir bien”
-
Ser comprensivo con su temor, preguntarle por aquello que le produce malestar y empatizar con él “¿Qué es lo que más temes? A mi también me costó al principio, pero pronto hice amigos y me lo pasaba muy bien”
-
Explicarle qué hará en la escuela, con quién estará, quién vendrá a recogerle y cuándo.
-
En vez de ridiculizarle “Eres el único que llora, ¿qué van a pensar los demás?”, ofrecer palabras de ánimo “Eres muy valiente y lo vas a conseguir”.
-
Al salir de la escuela puede mostrar un comportamiento inadecuado o demandante de afecto, atención y cariño. Estas son respuestas normales debido a la separación y es importante darle esa atención que pide y tolerar su mal humor sin reñirle ni castigarle. Una actitud fría y distante sin entender porqué el niño se comporta mal, no hace más que empeorar las cosas “Estás muy pesado hoy, déjame hacer las cosas”.
-
Si existe la posibilidad realizaremos una adaptación escalonada, asistiendo los primeros días sólo durante unas horas hasta que el niño vaya amoldándose al ritmo del colegio, o bien asistir un día si y uno no. Ofrecer una salida al niño es mejor que llevarlo todos los días llorando, con esto lo único que conseguimos es que el recuerdo traumático se fije aún más profundamente.
Cuando existen otros motivos por los que el niño no quiere asistir al colegio, como acoso escolar, conflictos con los compañeros o profesores, es cuando el papel de los padres es crucial. El niño puede negar que sufre ese tipo de maltrato pero puede manifestarlo de otras formas: negación a ir al colegio, sentirse enfermo más frecuentemente de lo normal, llanto, ansiedad, tristeza, inquietud antes de ir a la escuela…. Ante estos síntomas debemos averiguar de primera mano que está pasando; preguntaremos directamente al niño, a otros padres y a los profesores sobre lo que pueda estar ocurriendo y tomaremos las medidas oportunas. Los problemas leves se suelen resolver pronto con paciencia, apoyo y cariño. Pero no siempre es tan fácil. Si el problema es general y afecta a otras personas o niños, la acción conjunta de las familias, el psicólogo del centro y los profesores pueden conseguir un cambio de conducta en la persona conflictiva. Lo que está claro que es nuestro deber velar por el bienestar del menor y ofrecer una enseñanza en la que se sienta cómodo para poder desarrollar todas sus capacidades personales.
Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza del futuro
Deja una respuesta