¿Tu hijo se niega a ir al colegio? ¿Notas que tu hijo está ansioso, irritable o aislado? ¿Crees que tu hijo podría estar sufriendo acoso escolar?
El acoso escolar o bullying se produce cuando un alumno es agredido o se convierte en víctima al estar expuesto repetidamente y durante un tiempo a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos. Entre el 25% y 30% de los estudiantes de primer ciclo de ESO afirma haber sido víctima de agresiones alguna vez. El acoso se puede producir de varias formas:
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Físico: empujones, patadas, agresiones con objetos, etc. Se da con más frecuencia en Primaria que en Secundaria.
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Verbal: es el más habitual. Insultos, motes, menosprecios en público, resaltar defectos físicos…
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Psicológico: minan la autoestima del individuo y fomentan su sensación de temor.
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Social: pretenden aislar al joven del resto del grupo y compañeros.
Dentro del acoso escolar podemos diferenciar tres figuras intervinientes: el acosador, la víctima y el espectador.
El acosador
El acosador suele ser varón y de constitución fuerte, al menos de mayor fortaleza que la víctima. Entre sus rasgos psicológicos podemos destacar la ausencia de empatía, fuerte impulsividad y agresividad, no posee sentimientos de culpa y tiene una percepción errónea de la intencionalidad de los demás. Normalmente viene de un entorno familiar permisivo ante la violencia, probablemente educado en modelos agresivos, pudiendo llegar a sufrirlo en sus propias carnes. Manda y exige en casa, no pide; es irrespetuoso y rencoroso. En el entorno social ofrece dificultad en aceptar las normas y muestra poco interés en la escuela. En el futuro puede derivar, si no se trata, hacia la delincuencia y la agresión familiar.
Este tipo de conductas tiene graves consecuencias para la formación de la identidad del agresor:
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Aprende que la violencia es la forma de obtener sus objetivos
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Reconocimiento social y estatus dentro del grupo, con lo que su liderazgo alienta a otros agresores.
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Generalización de sus conductas a otros ámbitos: entorno laboral, vida en pareja…
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Trastorno disocial
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Antesala de la conducta delictiva
La víctima
La víctima suele ser también varón, menos fuerte físicamente y, en ocasiones, con rasgos diferentes (obesidad, gafas, forma de vestir…) o perteneciente a una minoría (raza, sexo..). Estas diferencias no son causa directa sino que el agresor las explotaría dependiendo de la personalidad de la víctima y del apoyo que suscite. A nivel psicológico, la víctima suele tener una personalidad insegura, baja autoestima, sentimientos de culpa y elevada ansiedad. Algunos de estos niños son tímidos, introvertidos, solitarios o con trastornos personales, de aprendizaje, etc. El ámbito familiar suele sobreproteger a estos niños provocando la dependencia y el apego al hogar familiar. En otras ocasiones, se trata de padres posesivos o indiferentes al cuidado de los hijos.
Estos niños tienen mayor dificultad para hacer amigos y si los hacen se vuelven hiperdependientes, lo que al final puede provocar aislamiento social. Son los menos populares de la clase y el estado de miedo que presentan, predispone a los demás contra él o ella. Las consecuencias que esta clase de acoso provoca en la víctima se exponen a continuación:
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Fracaso y dificultades escolares
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Alto nivel de ansiedad
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Fobia escolar
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Déficit de autoestima
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Baja expectativa de logro
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Cuadros depresivos
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Victimización
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Intentos de suicidio
El espectador
Un estudio indica que el 90% de los chicos en edad escolar han sido testigos de una conducta de este tipo en su entorno. Esas personas desean “ponerse del lado” del agresor porque eso las hace sentirse fuertes. De otro lado ponerse del lado de la víctima las haría sentirse débiles. Otros se divierten con las agresiones; no creen que protestar pueda ayudar, es más, temen que si dicen algo el agresor iría contra ellos. Sienten que están sacando de sí sus frustraciones al meterse con alguien, aunque ellos mismos no estén acosando a la víctima sino mirando cómo la acosan.
Para el espectador también existen consecuencias perjudiciales, como pueden ser:
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Deficiente aprendizaje sobre cómo comportarse ante situaciones injustas.
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Observación y refuerzo de modelos inadecuados de actuación.
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Falta de sensibilidad ante el sufrimiento de los otros, llegando a producirse una desensibilización por la frecuencia de los abusos.
¿Cómo detectar en la familia que tu hijo está sufriendo acoso escolar?
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Se queja de forma insistente de ser insultado, agredido, acusado…
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Puede comentar que le roban sus cosas en el colegio o si cada dia explica que pierde su material escolar. Le falta las libretas, la mochila, le desaparecen cosas o se le estropean o rompen las gafas con frecuencia.
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Puede tener cambios inexplicables de estados de ánimo: tristeza, aislamiento personal sin motivo aparente…
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Tiene escasas o nulas relaciones con los compañeros/as. No acude a excursiones o actividades extraescolares.
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Evidencias físicas de violencia y de difícil explicación (moratones). Rasguños o cortaduras cuyo origen el niño no alcanza a explicar (ropa rasgada o estropeada).
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Quejas somáticas constantes: dolores de cabeza, de estómago…
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Pesadillas. Cambios en la pauta del sueño y en el apetito.
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Accesos de rabia extraños
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Variaciones en el rendimiento escolar, con pérdida de concentración. Aumento del fracaso escolar.
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Dicen que no quieren ir al colegio, pudiendo llegar a una fobia escolar.
Una vez detectado el problema, se debe actuar de inmediato. Acudir al colegio y poner en conocimiento del profesorado, orientador o tutor lo que está ocurriendo para prevenir cualquier futuro ataque, es el primer paso. Después es necesario realizar una evaluación completa del menor tanto a nivel físico como psicológico para detectar posibles trastornos. El tratamiento debe ser multidisciplinar trabajando en conjunto con todos los profesionales que están en contacto con el niño y favorecer así una restitución de su funcionamiento y autoestima lo antes posible.
[quotes]Nadie tiene el poder de convertirte en sapo solo por decirte que eres un sapo….solamente una persona tiene ese pode: Tú mismo[/quotes]
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