¿Padeces una enfermedad grave y te sientes triste y desvalido/a? ¿Acaban de diagnosticarte una enfermedad y no sabes como afrontarla? ¿Puede más la enfermedad que tú?
El diagnóstico de una enfermedad, de la gravedad que sea, suele comenzar en una primera fase de shock en la que la persona se siente abrumada y colapsada, las rutinas cambian de la noche a la mañana, siente que la gente no le mira de la misma manera y cree que no podrá soportar tan duro golpe. Preguntas tales como “¿Por qué me ha pasado a mi?, ¿Qué he hecho malo en la vida para que me ocurra esto?” vienen a la mente constantemente sin respuesta posible. Pero la enfermedad no tiene porque ser siempre un camino que conlleva tristeza y frustración, puede convertirse en un camino de descubrimiento de fortalezas que no sabía que tenía, de aprendizaje de nuevas experiencias, de evolución ante la adversidad y, sobre todo, de recibir el apoyo y amor por parte de los seres queridos de forma intensificada. En definitiva, es un camino que ayuda a descubrir lo verdaderamente importante en la vida.
La primera fase por la que pasa la persona recién diagnosticada es la de asimilación. Su mundo ha cambiado casi por completo, los proyectos e ilusiones quedan aparcados para poner todos los esfuerzos en la nueva meta impuesta: recuperar la salud. La enfermedad hace que ya nada sea igual, todo son preguntas sin respuesta. La mente racional no entiende porque ahora, porque a mi, la persona enferma niega, rechaza, se enfada y lucha contra la nueva condición. Aparecen los miedos, la confusión, pensar qué pasará, cómo será, el temor a lo desconocido, al dolor, al sufrimiento; estos pensamientos se apoderan de la persona sumiéndola en la tristeza, el desamparo y la frustración.
Pero la vida no acaba ahí, sino que toma un rumbo diferente al que la persona había planeado hasta ese momento. Se necesita tiempo para aceptar la nueva situación pero termina sucediendo cuando cae en la cuenta de que la enfermedad no va a desaparecer, sufra o disfrute. Quizás no se pueda llevar el mismo ritmo de vida, pero si que puede seguir disfrutando en la medida de lo posible, se conocen otras opciones que antes no se barajaban, las relaciones sociales cambian de escenario y se descubren valores que probablemente antes se ignoraban por el estrés de la vida diaria, como la gratitud, la generosidad, etc.
Superar una enfermedad no es luchar en contra sino a favor, es adaptarse a la nueva situación y reencontrar el equilibrio entre uno mismo y su entorno. Se trata de continuar comprometido y participando activamente en el proceso de adaptación a la enfermedad, sintiendo que la propia vida está llena de significado y es importante. Para conseguir que esto sea así, hay algunas claves que son de gran ayuda:
Aceptar la enfermedad: supone reconocer que la enfermedad te permitirá seguir con tu vida, construir un nuevo camino hacia el que crecer, aprender y evolucionar. Asumir la enfermedad te permitirá construir una nueva vida para adaptarla a tu realidad. Recuerda que no son las circunstancias de la vida las que nos hacen felices, sino lo que hacemos nosotros con dichas circunstancias.
Vivir el presente: lo que cuenta es el día a día, vive cada momento intensamente. Si tienes un plan ponte en acción, no vale intentarlo o posponerlo, mucho menos pensar que no puedes. Actúa ahora para obtener resultados después.
Deja fluir tus emociones, no luches contra ellas: habrá días buenos y malos pero no intentes luchar contra aquello que sientes. La lucha conlleva gasto de energía y agota, es mejor dejar ir aquello que nos atormenta por dentro que intentar negarlo u ocultarlo. Descansa y comienza el nuevo día con energías renovadas.
La enfermedad como desafío: puedes ver la enfermedad como amenaza, o bien como un reto que superar, de esta forma dejarás el papel de víctima a un lado y pasarás a ser el dueño de la situación. Tener el control nos hace sentirnos más seguros sobre los resultados, lo que conlleva una mejora en el estado de ánimo, aspecto fundamental en la superación de la enfermedad.
Apoyo y ayuda: aparte de tu red de apoyo, existen muchas más personas en el mundo con tu mismo problema que tienen más experiencia, más información al respecto y, sobre todo, la posibilidad de resolver tus dudas, calmar tu angustia sobre el futuro, ofrecer opciones respecto al nuevo camino que emprendes…. Busca en Internet o en tu comunidad recursos o personas que puedan ayudarte en el camino. En cuanto a tu familia y entorno exprésales como te sientes, qué necesitas, cómo te pueden ayudar y agradéceles su apoyo. Dando amor, recibirás amor, la fuente de energía más potente que existe.
Cuando los vientos del cambio soplan, hay dos formas de afrontarlo; construir muros de protección o molinos de viento….¿tú qué vas a hacer?
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