¿Consideras que el sexo con tu pareja es rutinario? ¿Se ha apagado la llama en tu relación? ¿No sabes que hacer para que el sexo vuelva a ser como al principio?
Dicen que la pasión sólo dura los dos primeros años de relación, hay quien lo acorta incluso sólo al primer año, pero esto no tiene porqué ser así. En la mayoría de los casos ocurre que con los años la relación va perdiendo esa emoción que se siente al comienzo por descubrir a tu pareja, la pasión y el morbo va en descenso y los encuentros sexuales terminan por caer en la monotonía si no se hace nada por remediarlo. Además otro factor a tener en cuenta, y considerado como la mayor excusa para relegar el sexo al segundo plano en una relación, es el estrés diario a consecuencia del trabajo, los hijos, el mantenimiento de la casa, etc.
Hay que tener en cuenta que la sexualidad es una de las necesidades básicas de los seres humanos, entre las que también se encuentran otras como respirar, comer, beber, dormir, etc. Mucho más allá de mantener sexo para cubrir nuestras necesidades básicas, está el hecho de disfrutar del él. Hoy en día no comemos simplemente para llenar nuestro estómago y saciar el hambre, es decir, buscamos disfrutar de los alimentos, saborearlos, olerlos y percibir que desprenden un aroma exquisito y que resulten atractivos a la vista. Todo esto acompañado de un lugar y compañía agradables nos puede suponer una fantástica velada. Del mismo modo, todo esto se puede trasladar al ámbito sexual, así pues se trata de poner a trabajar los seis sentidos (gusto, olfato, oído, vista, tacto e imaginación) en la relación sexual para disfrutar de todo el proceso de un modo más amplio y exquisito, en lugar de centrarse simplemente en alcanzar el clímax mediante el protocolo de siempre.
Si tu relación ha caído en la tediosa rutina y no saber como recuperar la chispa, te contamos cómo puedes lograrlo poniendo en prácticas algunos de los trucos y sugerencias que te proponemos a continuación:
Prioriza el sexo a otras tareas: como decíamos antes, actualmente y debido a nuestro ritmo de vida llegamos a casa cansados sólo con ganas de descansar y solemos dejar para el sexo para otro día. Además, en la mayoría de las ocasiones después de hacer la cena, recoger, acostar a los niños….decimos “hay que hacerlo, que ya toca” lo que estamos consiguiendo es que tengamos aún menos ganas y asociemos esa sensación de inapetencia con el sexo, por lo tanto, cada vez nos apetecerá menos. Debemos hacer lo contrario, priorizar el sexo a otras cuestiones menos relevantes, y por supuesto, menos placenteras, debemos verlo como un momento más de nuestra vida cotidiana. Para lograrlo, debemos incluir un momento en nuestras rutinas dedicado a la sexualidad. En muchas ocasiones hacemos cosas que no nos apetecen, pero que si mantenemos un ritmo y frecuencia y nos recompensamos por ello, termina gustándonos y hasta deseamos que llegue el momento de volver a realizar esa actividad, por ejemplo, el deporte. Lo mismo ocurre con la sexualidad, si no lo postergas para después de las obligaciones, disfrutarás de él más y mejor.
Todo empieza en la seducción: con el paso de los años, sobre todo si tenemos una pareja estable, nos olvidamos de que el sexo es mucho más que preliminares, coito y orgasmo. El sexo de calidad requiere volver a recuperar el coqueteo y la picardía fuera del acto sexual, para convertir así nuestro día a día más erótico, sensual y positivo. Introduciendo la seducción, de forma automática aumentará tu deseo y el de tu pareja, lo que no quiere decir que debas dedicar un largo y tedioso tiempo a esta práctica, sino que, en ocasiones, un simple beso, una mirada, un acercamiento con intención o un comentario subido de tono son suficientes para revivir la llama. ¡Y no precisan más de un par de minutos!
Averigua qué te “pone”: para poder disfrutar plenamente del sexo, primero debemos conocernos bien a nosotros mismos, saber exactamente nuestras apetencias en el terreno sexual, qué es lo que nos activa, con qué se despierta nuestro deseo, qué nos interesa y con qué nos sentimos incómodos. Atrévete a experimentar y conocer tus gustos personales.
Cuéntaselo sin tapujos: después de saber y conocer tus gustos y preferencias en el terreno sexual, es el momento de comunicárselo a tu pareja, pero ésto no siempre es tarea fácil pues puede invadirnos la timidez, la vergüenza, el pudor o incluso el miedo a que nos juzguen y dar una mala imagen, pero debemos recordar que es nuestra pareja, nos quiere y desea complacernos sexualmente. Además, en el campo de la sexualidad no hay cosas bien o mal hechas, sino simplemente preferencias y gustos. Si consigues saltar el obstáculo del miedo y la vergüenza de comunicarte sexualmente, accederás al placer exquisito y personalizado con el que siempre has fantaseado, porque tu pareja se esforzará por satisfacer tus apetencias sexuales y tú también las suyas. Recuerda que el pilar fundamental en la sexualidad es una comunicación honesta, atrevida y sin prejuicios.
Añade fantasía: el sexo de calidad va ligado a la creatividad, la espontaneidad y la imaginación. Sus enemigos principales, la rutina, la pereza y la monotonía, aparecen en el instante en que dejamos de innovar, en que caemos en el hábito de hacer siempre lo mismo, en el mismo lugar, a la misma hora y de la misma manera. Entiendo que al leer estas líneas pienses que es muy fácil de decir pero no tanto de hacer. Con tantas responsabilidades diarias es imposible, y con los años la rutina aparece sin poder evitarlo. Es cierto que nunca se mantiene el ritmo del primer año, pero con un poco de ganas y dedicación, podemos conseguir ir introduciendo pequeños cambios que nos hagan salir de la monotonía y evitar la pereza. No dudes en recurrir a la lencería erótica, velas aromáticas, nuevas posturas, una sesión de masaje, hielo, un “aquí te pillo, aquí te mato”…. hay mil fórmulas. ¡Échale creatividad!
Céntrate en el aquí y ahora: para que la sexualidad fluya y aparezca el deseo y la excitación es importante centrarse en el momento sexual. Ya sabemos que el estrés diario dificulta esta tarea, pero es necesario para poder apreciar y disfrutar de los pequeños detalles del espacio sexual. Si te encuentras en esa situación de que te cuesta mucho desconectar, intenta crear un ambiente de tranquilidad previo al momento sexual. Prepara, por ejemplo, un baño para los dos, una sesión de masaje, una conversación íntima, un momento de caricias…. Esto ayudará a que puedas ir dejando atrás las preocupaciones y adentrarte poco a poco en el mundo de las sensaciones.
Cambia el inicio….y también el final: tendemos a concebir el sexo en cuatro pasos: caricias de iniciación, preliminares, coito y conseguir el orgasmo. Estas fases se repiten en cada encuentro sexual, haciendo que podamos prever qué viene después y matando toda intriga e ilusión. Con ello, nuestro deseo desciende, porque no aparece ni pizca de novedad. Las claves expuestas hasta ahora te ayudarán a evitar la rutina y crear nuevos encuentros más excitantes. También hay algo importante: el hecho de iniciar la seducción no implica que venga, acto seguido el encuentro sexual. Tampoco al compartir un espacio íntimo de caricias, un baño o una conversación sentimental tiene porqué suponer sexo detrás siempre. Si condicionamos estas conductas de sensualidad a una obligación sexual, crearemos el denominado sentimiento de tarea, que consiste en sentirnos forzados a tener una relación cada vez que tengamos un acercamiento. Esto hace que se anule por completo el deseo sexual, y en muchas ocasiones, incluso se bloquea cualquier intención de mostrar afecto. A veces resulta mucho más positivo quedarnos con ganas sexuales no saciadas, porque con poco tiempo conseguiremos duplicarlas, teniendo así una noche de pasión y desenfreno. Una idea para que no inicies el encuentro íntimo con tu pareja y termines del mismo modo: prohíbete algún sentido, por ejemplo la vista. O céntrate en las sensaciones y no en el orgasmo. ¿Y si solo te permites preliminares?
Rompe los esquemas: el esquema sexo = orgasmo predomina en el pensamiento de los hombres. Como suelen concebir el orgasmo como la culminación del sexo, ello crea obligaciones y presiones alrededor del momento sexual, haciendo más hincapié en las partes del cuerpo más erógenas (vulva y pechos en el caso de las mujeres y pene en el de los hombres), y olvidándonos del resto. Hay que recordar que el órgano más erógeno es la mente. A través de la imaginación podemos llegar a elevadas cotas de excitación y pasión, hasta el punto de simplemente necesitar una caricia. Otra clave es priorizar la piel y el sentido del tacto. Una sexualidad entendida de modo amplio supone añadir más calidad a todo el proceso. Recuerda que el sexo no se limita al clímax, sino que existe una sensualidad y erotismo más allá del orgasmo listos para ser descubiertos por tí.
Disfruta de la “sobrecama”: muchas parejas conceden al momento posterior al sexo muy poca importancia. Esto no debería ser así, después de un encuentro sexual, un espacio común de unión, de intimidad y de conexión ayuda a que la calidad y la valoración del mismo sean más positivos, al tiempo que la relación de pareja se ve fortalecida. Así que intenta no quedarte dormido o correr a ponerte la ropa interior; céntrate en la persona que tienes a tu lado y conseguirás crear ese espacio mágico ideal para hablar de sentimientos, emociones o simplemente para comentar lo que acabáis de hacer.
Si no estáis bien, no funciona: cuando falla la sexualidad, suele ser reflejo de que algún aspecto de la relación de pareja no va bien. De la misma forma que cuando la sexualidad va bien, la pareja se ve fortalecida. Antes de poner en práctica todo lo que hemos apuntado anteriormente, debes analizar el estado de tu relación en todos sus ámbitos (familia, ocio, comunicación, afectividad, relaciones sociales…). Asimismo, es preciso saber cuáles son las necesidades de tu pareja, qué le hace falta para estar bien, e intentar colaborar para proporcionárselo, si está a tu alcance y es razonable. Al mismo tiempo, deberás encargarte de que tu pareja conozca todo lo que necesitas y deseas pues no es adivino, debes esforzarte en decírselo. Las mujeres acostumbramos a esperar que ellos tengan una bola de cristal para saber qué deben ofrecernos, pero eso nunca llega y nos acabamos frustrando, discutiendo y dañando la relación sin necesidad.
Por tanto, el primer paso para empezar a crear un sexo de calidad es cubrir las necesidades del otro y hacer que se sienta bien contigo, lo mismo que tú con él. Solo a partir de ese momento es cuando te puedes plantear priorizar la sexualidad o darle una mayor calidad a tus encuentros íntimos con tu pareja.
Fuente: Sexo Gourmet. Núria Jorba
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