¿Cómo saber si tienes una relación sana de pareja?¿Crees que el amor debe ser eterno? ¿Es tu pareja tu media naranja?
El enamoramiento es algo propio de nuestra cultura. Comúnmente decimos que estamos enamorados cuando las relaciones que establecemos con la otra persona son reforzantes y nos gratifican en algún aspecto de nuestra vida. La pareja debe sumar y no restar a la ecuación. Toda relación es satisfactoria cuando cada uno de los miembros recibe una serie de beneficios superiores a los costes que le puede suponer el permanecer en dicha relación. La pareja es ante todo relación; es una interacción, intercambio, dar y recibir de la misma manera. En general, la mayoría de las personas deseamos compañía, recreo, cariño, pasión y tendemos a desarrollar relaciones que nos ayuden a satisfacer cada uno de esos tres deseos. Se supone que ambos deben estar al mismo nivel y mantener entre sí un equilibrio que permita surgir la confianza, la complicidad y el apego.
Ante esta exposición inicial de lo que sería una relación ideal de pareja, podemos exponer una serie de mitos, muy enraizados en nuestra cultura, a consecuencia de lo cuales se crean multitud de conflictos de pareja que sabiendo su falsedad se podrían evitar:
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La pareja perfecta: quizás por lo que nos han contado de niños, por los cuentos de príncipes y princesas siempre hemos creído que existía nuestra “media naranja” y que esa persona nos complementa a la perfección y es para siempre. Esto no tiene porqué ser así, debido a los cambios inevitables que se van produciendo en la vida, nuestras necesidades, creencias y actuaciones pueden variar con el paso del tiempo; y lo que creíamos perfecto a los 20 años puede no serlo a los 35.
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Tú me completas: esta creencia define la relación en términos de exigencia hacia la pareja y dependencia en torno a ella. Si fuera así, ¿no serías una persona completa sin tu pareja?
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El amor debería ser fácil: al igual que no existe una persona idéntica a otra, tampoco existe una relación igual a otra. No hay patrones establecidos en cuanto a cómo debe ser una relación, pues se unen las vidas de dos personas, cada uno con su propia biografía que han de adaptar a una nueva historia que comienza con la relación establecida. En ocasiones será más fácil dicha integración, y en otras, resultará complicado en función del repertorio de conductas, creencias y experiencias que aporte cada miembro a la pareja.
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El amor debería ser eterno: esta creencia sólo sirve para frustrarnos cuando una relación fracasa, nos hace sentirnos culpables y poco queridos. Que una relación no dure en el tiempo no quiere decir que el amor que estés dispuesto a dar no sea eterno, lo único que varía es la persona, la situación o el momento.
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El amor lo puede todo: si bien es cierto que el sentimiento de amor es uno de los más intensos que posee el ser humano, es una falacia pensar que el amor puede con TODO. Como decíamos anteriormente, dependiendo de la persona, de sus habilidades, experiencias pasadas e historia de vida podrá actuar de un modo u otro en función de la situación presentada.
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El mito del carácter: cuando una persona te dice “yo soy así”, puedes plantearte dos opciones. La primera sería aceptar a la pareja tal como es, con sus virtudes y defectos, sabiendo que el carácter no es algo inmutable y que la persona no desea cambiar sus actitudes. La otra opción que nos queda es no aceptarlo e intentar hablar con la pareja para negociar unas nuevas condiciones que sean aceptables para ambos, o bien, romper la relación pues nadie cambia si no quiere.
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Las emociones y el cariño debe ser algo espontáneo: solemos creer que las demostraciones de afecto deben salir de adentro y que si nuestra pareja no lo hace es que no nos quiere. Esta creencia errónea suele llevar a muchos problemas en la relación, puesto que interpretamos sus actos como falta de amor, cuando lo más sencillo sería preguntar o hablar con nuestra pareja sobre su falta de afectividad. En muchas ocasiones, las personas que les cuesta demostrar sus emociones son personas que se han criado en familias poco afectuosas y son esos patrones los que han aprendido a desarrollar. Es recomendable que hables con tu pareja sobre el tema para que vaya aprendiendo nuevas formas de expresar sus sentimientos, probablemente llene con ello sus carencias afectivas e incorpore rápidamente los nuevos hábitos a su repertorio habitual. Otro motivo puede ser el desconocimiento, si no le dices a tu pareja que te gustaría que se comportara de modo más afectuoso, jamás podrá saberlo.
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La sinceridad excesiva: hay personas que dicen “soy muy sincero y si hace algo mal se lo tengo que decir”. El sincericidio supone el exceso de sinceridad que termina causando conflicto en las relaciones. No en todas las ocasiones lo mejor es decir siempre lo que se piensa, en ocasiones cuando no se va a aportar nada importante y consideras que lo que vas a decir puede hacer daño a la otra persona, es mejor no decir nada.
Que con los oídos se escucha,
Que cuesta ser sensible y no herirse,
Que herirse no es desangrarse,
Que para no ser heridos levantamos muros,
Que quien siembra muros no recoge nada,
Que casi todos somos albañiles de muros,
Que sería mejor construir puentes,
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve,
Que no volver no implica retroceder,
Que retroceder también puede ser avanzar…
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