¿No soportas a tu jefe pero tienes la cena de empresa a la vuelta de la esquina? ¿Tu suegra no te soporta y no sabes cómo actuar en la comida de Navidad? ¿Hace mucho que no ves a un viejo amigo y temes que pueda surgir un conflicto del pasado?
Cenas de empresa, reuniones familiares, quedadas con amigos…..son momentos en los que pueden surgir viejas rencillas, abrir heridas aún sin cicatrizar o crear nuevos conflictos si no se gestionan de manera adecuada. Estas fechas donde suelen reunirse personas con las que no tenemos mucho contacto el resto del año, e incluso aquellas personas con las que si tenemos cierto contacto pero que por las circunstancias festivas, y en algunos casos, el consumo de alcohol y el ambiente animado propician que bajemos la guardia ante situaciones que normalmente controlamos o inhibimos para evitar malos tragos.
Lo primero que hay que tener en cuenta es la situación que se presenta y estar preparado para cualquier conflicto que pueda surgir, sobre todo, si ya antes ha ocurrido. Si no tienes conflictos con nadie y quieres evitar que la velada se estropee, toma nota de las siguientes claves:
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Presenta a todo el grupo: si no se conocen todas las personas, asegúrate de presentarlas a todas para que nadie se sienta excluido o fuera de lugar.
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Clima cálido y de confianza: facilita una conversación abierta en la que todo el mundo pueda aportar su punto de vista, es preferible comenzar con temas neutrales para pasar posteriormente a otros más personales a medida que se genere mayor confianza entre los asistentes.
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Elimina los distractores: es recomendable apagar la televisión y evitar el uso de teléfonos móviles para generar una conversación agradable entre todos. Una música de fondo agradable en un volumen adecuado puede generar un ambiente relajado y distendido.
Si tienes un conflicto abierto con una persona, pero prefieres no discutirlo en ese momento, es recomendable mantener las distancias para evitar situaciones incómodas o tener simplemente un trato cordial y no entrar en temas profundos que puedan suscitar opiniones muy diferenes. Si por cualquier circunstancia surge un problema inesperado y prevees que puedes saltar a una discusión, puedes tomarte un tiempo fuera de la situación hasta que te calmes y cuando lo hayas logrado volver a la mesa o al lugar donde estabas, o por el contrario, afrontar el conflicto. Para esto último, ten en cuenta las siguientes claves:
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Evita la agresividad: adopta una postura asertiva (respetar los derechos de los demás y haciendo respetar los tuyos propios), evita las acusaciones y estar a la defensiva.
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Organiza tus ideas: ten claro aquello que quieres decir, argumentando y razonando tu posición sobre el conflicto. Por ejemplo, organiza tus ideas en torno a tres puntos básicos y expónlos razonadamente.
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No te salgas del tema: para evitar que un conflicto lleve a otro o a remover más historias pasadas, no te salgas de tu guión inicial. Si la otra persona intenta cambiar de tema, recuérdale que estáis tratando este tema y que prefieres dejar el otro para otra ocasión.
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Escucha y acepta: escucha lo que tu interlocutor quiere decirte, respeta su argumento y acéptalo si lo crees conveniente.
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Comunicación no verbal adecuada: tus palabras deben ser acordes con tus gestos y tu postura corporal, de tal manera que no resulten agresivas o acusatorias.
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Ten en cuenta la respiración: es común que durante las discusiones se genere cierta ansiedad, podemos paliarla a través de la respiración. Cuando notes que respiras agitadamente, un nudo en el estómago o dolor de cabeza, párate y respira profundamente; si lo consideras necesario, levántate y camina o sal a tomar el aire.
En definitiva, cuando asistimos a un evento generalmente no podemos preveer que puede generarse un conflicto, por lo que, vayamos donde vayamos es conveniente saber gestionar un conflicto de manera adecuada. Para ello, es recomendable tener en cuenta lo siguiente:
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Colocarse al mismo nivel: evita colocarte por encima o por debajo de tu interlocutor para evitar la sensación de superioridad o inferioridad. Se trata de debatir al mismo nivel, de lo contrario se puede generar una lucha de poder que llevaría a otro conflicto diferente.
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Escucha a la otra persona: al igual que deseas que escuchen tus argumentos, lo mismo desea la otra persona. Escucha para ser escuchado.
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Habla con voz calmada: no grites o acuses, de ese modo estarías haciendo que la otra persona se pusiera en modo defensivo, no escuche tus razonamientos y termine atacándote con argumentos poco razonables o que nada tienen que ver con la discusión que mantenéis.
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Acepta su punto de vista: hazle ver que has escuchado su opinión para luego poder discrepar o aclarar lo que consideres oportuno. Por ejemplo: “Comprendo tu punto de vista, pero yo creo que sería mejor….”.
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Dos no discuten si uno no quiere: si la persona escapa, no la sigas para intentar terminar la discusión, espera que se tranquilice y cuando vuelva podréis terminar de conversar más calmadamente.
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No siempre se llega a una conclusión: no trates de tener la razón a toda costa o decir la última palabra, en determinadas ocasiones únicamente podréis concluir que no estáis de acuerdo en dicha cuestión.
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Utiliza el “Yo”: para hablar de lo ocurrido en vez de acusar en forma de “Tú has hecho….” es preferible utilizar mensajes en forma de “Yo me he sentido….”, de esta forma la otra persona podrá entenderte mejor y estará más receptiva a realizar ciertos cambios en su comportamiento.
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