¿Estás en una relación libre pero sientes que necesitas más compromiso? ¿Están claros los términos de la relación que mantienes con esa persona? ¿Hay actitudes que no entiendes en las relaciones con los otros?
Hoy en día existen multitud de posibilidades de parejas, familias, amistades y/o relaciones laborales. Dentro de las relaciones de pareja podemos encontrar: el amor con sexo, el sexo sin amor, las relaciones abiertas, múltiples, monógamas,etc.. de hecho lo que puede comenzar como una relación libre puede convertirse con el tiempo en una relación seria y estable……o no. Lo que si es cierto es que no existe un patrón prefijado en las relaciones y porque le haya pasado a un amigo o amiga no quiere decir que a nosotros nos pase lo mismo. Cada persona lleva consigo su historia personal, sus éxitos y sus fracasos en relaciones anteriores y eso hace que cada relación sea única y diferente, al igual que lo somos todos y cada uno de nosotros.
Lo que sí es fundamental en las relaciones liberales es pararse a hablar y establecer los términos y límites que cada uno desea imponer a la relación que va a comenzar, como si de un contrato laboral se tratase. Aunque suene un poco frío dicho de este modo, no hay nada mejor que dejar las cosas claras tanto para uno como para el otro para no llevarse a engaños o hacerse ilusiones que no se corresponden con la realidad. La falta de comunicación, dar por hecho ciertas cosas, interpretar señales sin preguntar antes nos lleva inevitablemente a la confusión, a la frustración y por último al sufrimiento, sobre todo cuando una de las dos personas espera más de la relación porque no ha sabido o no ha querido entender lo que la otra persona le está diciendo. Pensamos que la pareja que nos pide libertad, sucumbirá a nuestros encantos tarde o temprano, dando lo mejor de nosotros mismos estamos seguros de que conseguiremos el objetivo perseguido, pero con esto lo único que conseguimos es alejar más aún a esa persona, pues le estamos exigiendo algo que no está dispuesto a ofrecer.
Al principio de esa relación sin ataduras, es normal que ambos estén entregados a la pasión, al descubrimiento del otro, pero poco después aparece el miedo a pensar que la otra persona pueda llegar a encontrar lo mismo a la vuelta de la esquina, es cuando nos damos cuenta que quizás no estemos preparados para ese tipo de relación liberal. Quizás quieras mantener el juego iniciado pero si en el fondo lo que necesitas es algo más estable y profundo deberías ser prudente y tener en cuenta las siguientes claves:
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Mantén cierta distancia: procura que los encuentros sean esporádicos y espaciados en el tiempo, intenta mantenerte ocupado/a el resto del tiempo y que el contacto sea el justo y necesario para organizar los encuentros cuando ambos acordéis. Así evitarás que tu mente esté constantemente pensando en esa persona y que se creen ilusiones irreales en base a este tipo de relación.
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Una experiencia más: de todo y de todos se aprende algo. Toma la relación como una más en la que aprender, disfrutar y sentirte vivo/a. Vive el presente y déjate llevar, ten cuidado con las expectativas.
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Mantente alerta al amor: si una de las partes empieza a tener sentimientos por la otra, lo mejor sería hablarlo y entre los dos renegociar las condiciones de la relación si la otra persona también siente lo mismo; y si no, exponer si se quiere seguir la relación o darla por concluida para evitar sufrimientos. Si se decide seguir adelante evitaremos que el otro se sienta incómodo por nuestros sentimientos dejándole claro que conocemos la situación y la aceptamos como tal sin exigirle más de lo que esté dispuesto a dar.
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Evitar discutir: en este tipo de relaciones son comunes los movimientos de acercamiento y retirada, pero si aceptamos que pueden existir otras personas no estamos en condiciones de reclamarle nada, por lo que cualquier discusión de este tipo queda fuera de lugar y llevaría a un mayor alejamiento. El tipo de personas que buscan estas relaciones evitan a toda costa los problemas o discusiones que se suelen generar en parejas estables, es por ello que evitan cualquier tipo de compromiso.
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Derecho a establecer condiciones: bajo la ley de la asertividad, todos tenemos el derecho a decir como nos gustaría que fueran las cosas, a lo que el otro también tiene el derecho a rechazar esas condiciones. Lo aconsejable es hablar sobre lo que quiere conseguir cada uno con la relación y establecer condiciones que sean del agrado de ambas partes. Nunca hagas algo que no quieres hacer por el hecho de creer que así conseguirás el amor de esa persona, pues si finalmente no lo consigues la frustración, la rabia y el odio se instalarán en tu interior provocando un sufrimiento innecesario.
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Ser sinceros: es una cuestión básica ser honestos con respecto a nuestras intenciones y no dejarse arrastrar por el ego y el orgullo. Intenta no dar una imagen que no se corresponde con la realidad sólo por demostrar algo al otro, tampoco es aconsejable realizar ofrecimientos o promesas que no podremos cumplir. Juega limpio y nadie saldrá herido.
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Aceptar lo que hay: es la condición imprescindible para que perdure en el tiempo este tipo de relación. Partir de la posibilidad de que con el tiempo la relación irá a más es un error y un camino a la decepción. Acepta el juego sólo si estás dispuesto/a a disfrutar “lo que hay”, de lo contrario, es mejor mantenerse al margen.
La mejor relación nace de la libertad, no de depender el uno del otro, sino de tener la convicción de que si estamos juntos es porque lo deseamos los dos.
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